
¿Por qué el queso huele mal?
Publicado el 19/03/2015
El queso es un alimento amado y odiado a partes iguales. Muchas personas no soportan su fuerte olor, y lo relacionan con el que desprenden los pies, pero, ¿por qué?
El queso contiene muchas partículas volátiles que hacen que, al abrir la quesera, se cuelen por nuestra nariz. Durante la maduración del queso, se producen una serie de transformaciones bioquímicas que cambian por completo el cuajo inicial. Son estos procesos los que hacen que se rompan las proteínas y los lípidos de la leche, y se creen compuestos más sencillos como los ácidos grasos, aminoácidos y péptidos. Todos ellos le dan el sabor característico del queso, y también, ese fuerte olor.
Pero dependiendo del queso, hay veces que también actúan unas bacterias o mohos. Estas intervienen también en el proceso de maduración y hacen que influya en el olor y sabor, que suele ser más fuerte. Un ejemplo de estas bacterias es la Penicillium roqueforti, que está presente en el queso roquefort.
Pero, ¿por qué decimos que huelen a pies?
En nuestros pies, se producen unas situaciones de humedad y calor parecidas a las que el queso necesita para madurar. Esto hace que aparezcan microorganismos pertenecientes a la flora bacteriana de nuestra piel, que son muy parecidos, y en algunos casos iguales, a los que aparecen en el queso. Suelen aparecer lípidos, toxinas que expulsamos mediante el sudor y proteínas. Todos ellos, al igual que en los del queso, contienen partículas volátiles que se cuelan por nuestra nariz. Es por eso por lo que decimos que los quesos huelen a pies, y viceversa.
Algunos pueden pensar que quizás no sea sano comer queso. Pero lo cierto es que todos estos microorganismos que contiene son beneficiosos para nuestro cuerpo. Además de darle el sabor característico, estas bacterias son buenas para nuestra flora intestinal y nuestros huesos.
Pero, ¡cuidado! Esto no quiere decir que no debamos lavarnos los pies, o que nos lo podamos meter en la boca como hacen los bebés. Por ello te damos este brillante consejo: ¡Come queso, pero no pruebes los pies!
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